Su segunda edición recién acaba de salir en Chile.
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Fue leído por Miguel Serrano en 1939, en el salón de honor de la Universidad de Chile.
Publicado poco después con gran esfuerzo en la imprenta Gutenberg de Santiago, se convirtió en su primer libro individual.
Con estas palabras concluye el texto:
Sé que aquí he dicho ciertas cosas que, por demasiado dolorosas, por demasiado ciertas, no se deben decir nunca de este modo, sino lentamente, en otro tono. Decirlas como lo he hecho es completamente inútil tal vez, pues ustedes no permanecerán con un fósforo encendido en los dedos hasta su total consunción. Ustedes no se quemarán por nada del mundo. No hay cuidado, las palabras así dichas —dichas aquí— son de las que escandalizan tal vez; pero son de las que se olvidan en un cuarto de hora. Yo no me engaño. Yo lo sé. Pero no importa; porque el hecho de haberlas dicho significa que yo ya estoy derrotado, que he abdicado, que me entrego. Y será lo dicho solo un documento.
Pero sobre nosotros, sobre ustedes y sobre mí, hay algo, hay algo más alto y que nos supera: es el destino trágico y destrozado de mi generación, y es el tono profundo de mi patria, de este país doloroso, único en la historia, que es Chile, de esta patria terrible, mesiánica y adorada, que simboliza esta bandera.
