Primera edición (español):
1999 (La Nueva Edad. Santiago de Chile). 312 páginas. ISBN: 956-288-290-X.
Otras ediciones:
Solar. Bogotá, 2001. ISBN: 958-8136-8-0.
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SÍNTESIS
En este último volumen de sus Memorias de él y yo el autor llega hasta nuestros días. Narra su experiencia personal con Salvador Allende, con la junta del Gobierno Militar y con el mariscal Tito (a quien trajera en visita oficial a Chile durante su misión diplomática en Yugoslavia), además de su búsqueda en Austria de las raíces del hitlerismo esotérico, conjuntamente con su residencia por diez años en Suiza (en la casa de Hermann Hesse) hasta su regreso a Chile, para dar a conocer la cosmovisión que le fuera reactualizada en las alturas de la Engadina, en los Alpes. También nos habla de su intento fracasado por colonizar el Melimoyu, en la Patagonia chilena (monte antípoda del Kailás, en los Transhimalaya) y cómo siguió luchando hasta el final por los antiguos ideales y por dar a la juventud de Chile y del mundo una posibilidad de salvación en vísperas ya del juicio final del Kaliyuga.
FRAGMENTOS
Aún estoy lejos de ese otro mundo. Y sé que ahí, a ese «otro lado», es un día de sol. Es la Edad Dorada.
Pág. 5.
Todo esto lo puse en práctica, con el resultado de que la puerta de mi oficina, pasado el tiempo, tenía una cantidad increíble de llaves y de chapas, las que yo dejaba en su sitio para que no quedaran las marcas, debiendo subirme en una escalera para poder abrirla. En cuanto al lápiz y golpeteo sobre una mesa, se me hizo algo automático, de modo que en mis viajes a Chile, más de una vez me sorprendí haciéndolo en mis reuniones con el ministro de Relaciones Exteriores.
Pág. 76.
Tras la desaparición de la Lemuria, ya solo impera el silencio de las cimas y el ansia de los crepúsculos y amaneceres, que nos transmite la estrella Venus. El camino hacia el reencuentro con el mundo de los gigantes de los Andes y con la Ciudad de los Césares ya no va por esta tierra, sino a través de la Estrella de la Mañana.
Pág. 272.
CRÍTICA
«Uno se impresiona con estas cosas porque no hay en apariencia nada más lejano del registro criollista que el estilo del temario neogótico de Miguel Serrano».
Filebo, «Las proscripciones de Miguel Serrano» en Las Últimas Noticias, 6-9-1999.
«Ni siquiera importa si se le cree o no. Entre otras muchas cosas, él es un viejo caballero, que ha escrito páginas de las más bellas de la literatura nacional… Serrano destaca primordialmente por esa fidelidad a la que se ha consagrado».
Jean Philippe Dardel, «Mi honor se llama lealtad» en El Mercurio de Valparaíso, 12-9-1999.
