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El Nuevo Orden Mundial

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27 octubre 2019

Publicado el 16 de agosto de 1993, en la revista chilena Los Tiempos.

Uno de los Rothschild dijo, hace ya más de cien años: «Dinero es poder. Dadme el dinero y seré dueño de todas las cosas». Y se lo dieron; o, mejor, él mismo se lo procuró, justo cuando el resto creía que lo que realmente importaba eran las cosas, especialmente las cosas de la tierra, las manzanas, las uvas, todo lo que hoy se envenena y sabemos que ya no vale nada fuera del dinero que produce ―si es que lo produce―.

Pero hay algo más importante que el dinero y que estuvo aun antes de que esa «entelequia» se conformara: el saber. Porque Rothschild sabía que el dinero era poder. Es decir, él sabía lo que iba a hacer con el dinero. Entonces, lo verdaderamente importante es el conocimiento y sus datos, los «bancos de datos», que permiten deducir y conocer, con casi un cien por ciento de probabilidad, o seguridad, lo que va a acontecer. La informática y su sofisticada tecnología actual.

Partiendo de esto es ya más o menos fácil entender lo que está sucediendo en la Tierra. Un grupo muy pequeño, que hasta hoy ha sido dueño del dinero, ha comprado los cerebros productores de la informática, apoderándose también del saber. Resultado: el Nuevo Orden, el Gobierno Mundial, o mundialista, se encuentra en unas pocas manos ocultas, aunque no desconocidas.

Benjamín Disraeli, primer ministro de la reina Victoria en Inglaterra, declaró que «el mundo se halla gobernado por personas muy diferentes a las que creen los que no ven más allá de sus ojos». Y el ministro Rathenau, en 1912 en Alemania, confirmaba: «Trescientos hombres, cada uno de los cuales conoce a los demás, deciden los destinos del mundo y escogen a sus sucesores». El mismo Lenin reveló a sus colaboradores que «detrás de la Revolución de Octubre hay personajes mucho más influyentes que los pensadores y ejecutores del marxismo». Nunca más que ahora esto ha quedado en evidencia. Otro Rothschild, Edmund (barón por la gracia del dinero), a su vez ha dicho, en declaraciones a la revista Enterprise: «La estructura que debe desaparecer es la nación». Coincidente con la divisa del Gran Oriente de Francia: «La idea de patria, tal como es comprendida actualmente, debe ser destruida ya en el espíritu de los niños. Hay que hacerla desaparecer…». Algo de esto sucede en Chile al presente.

Esta concepción masónica es la de los «Iluminados de Baviera» (los Illuminati) y fue llevada a Norteamérica por George Washington. Ha sido incorporada por Roosevelt, en 1935, como un símbolo, nada menos que en el dólar, con la figura de la pirámide con un ojo abierto en la cima y la leyenda al pie: Novus Ordo Seclorum, «nuevo orden secular, seglar» (mundial), y la fecha de 1776, que es la de la fundación de la cúpula de la logia de los Iluminados de Baviera por Adam Weishaupt, sometido a los Rothschild. La fundó el 1 de mayo de aquel año y esta fecha se conmemora mundialmente hoy con el pretexto del «Día del Trabajo». El sello de los Illuminati, la pirámide con un ojo vigilante en la cima, simboliza el Nuevo Orden Mundial, proyectado desde hace siglos. Grabado en la moneda de los Estados Unidos de América, nos informa que será impuesto a sangre y fuego por esa nación. Un solo ojo vigilante controlará el orden graduado de la pirámide, que será una esclavitud terrible y total en su base.

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