Publicado el 16 de agosto de 1993, en la revista chilena Los Tiempos.
¡Qué pequeños aparecen los políticos, con sus afanes electorales inmediatos, observados desde esta perspectiva! ¿Qué es lo que en verdad quieren, qué persiguen? ¿Aceptarlo todo, hasta la esclavitud?
Hemos dicho que conocimiento es poder. Mas he aquí que el conocimiento también llega por otros medios además del dinero. Por el cerebro activo, individual, pensante. Y es por esto que se quiere destruir también el cerebro, con la tecnología, la computación, la educación actual, la música rock y la droga, transformando a los jóvenes en ignorantes totales y drogadictos, enfermos de sida, en parodias del hombre, del ser humano. El narcotráfico y el terrorismo se encuentran bajo control último del gobierno mundial y sus servicios de inteligencia. En especial, el tráfico de heroína, con el que se financian sus «operaciones encubiertas», sin la necesidad de aprobar los fondos por cámaras y senados. Es por esto que se hace necesario que los servicios policiales y los ejércitos nacionales pasen a depender y a ser controlados por la «inteligencia del imperio». De ahí la instalación del FBI en el bunker imperial, como tan alegre y desaprensivamente lo ha informado el Gobierno. Y ello con el pretexto de combatir el narcotráfico. Se arriesga la soberanía, se corre ese mortal peligro, al instalarse para siempre (¿cómo se la podrá ya sacar de aquí?) la más poderosa máquina mundial de un gigantesco servicio de inteligencia extranjero, oficialmente permitido ahora en nuestro territorio. Un asunto de tal gravedad no puede tratarse a la ligera, debiendo ser objeto de una ley discutida en el Parlamento, por la prensa y la ciudadanía. Pero «estamos como hipnotizados» y nadie aquí pareciera ya dar importancia a cosas tan serias.
Convendría que nuestros gobernantes y legisladores se dieran algún tiempo para leer, estudiar e informarse sobre las gravísimas revelaciones y acusaciones hechas por el The New York Times en febrero de 1990, y por el ABC Evening News en la misma fecha, más algunas declaraciones de senadores norteamericanos, sobre la complicidad de su gobierno en el tráfico de cocaína y de productos químicos para la fabricación de drogas ilegales en Sudamérica, conjuntamente con el lavado de dinero. Se acusa a la CIA, al FBI y al expresidente Bush como los principales responsables, en revelaciones hechas por el exagente de los servicios de inteligencia de la Marina de los Estados Unidos William Cooper, en su extraordinario libro Behold a Pale Horse. Entrega pruebas irrefutables sobre la complicidad del FBI y la CIA. Lo aquí dicho se confirma en fuentes norteamericanas.
Estas graves revelaciones son también la prueba de que hay otros medios, además del dinero, de acceder al conocimiento. Es el espíritu aún libre del hombre, de algunos pocos hombres. Para acabar con este peligro, el gobierno invisible posee también otros medios muy sofisticados, además del asesinato, como la «ruptura de las energías compensadas». Pero este ya es otro tema. La llamada «guerra psicotrónica», o «guerra de baja intensidad», ha producido verdaderas catástrofes, también entre nosotros, pudiendo ser una de ellas el trágico caso del «espionaje telefónico» y sus víctimas «actuando como bajo hipnosis», según declaraciones de una de ellas.
Sin embargo, y a pesar de todo, Chile aún no ha sido derrotado, porque se mantienen nuestras tradiciones, nuestras instituciones y nuestra alma. Ante el peligro mortal del «mundialismo» hay solo dos posiciones y actitudes posibles: aceptar mansamente el imperialismo del gobierno mundial y su Nuevo Orden, que al fin impondrá la esclavitud total e ignominiosa a los pueblos del Tercer Mundo, o rebelarse y luchar con heroísmo. Oponerse, resistir. Porque en el universo existen fuerzas superiores a las puramente materiales sobre la Tierra. El que con fe y heroísmo sea capaz de enfrentarse a la injusticia y a la esclavitud, al final vencerá. Es esta una carrera contra el tiempo. Y la voluntad que más resista derrotará al gigante opresor, por muy poderoso que hoy aparezca. Porque el gigante del Nuevo Orden tiene los pies de barro.