Pronunciado por Miguel Serrano en Viena el 11 de enero de 1971.
El paciente se atribuye así una existencia propia, separada de su cuerpo. Lo mismo sucederá con la droga. Los adeptos, bajo el efecto del LSD, saben perfectamente que sus visiones y delirios no son de ellos, sino productos de la droga. Tampoco las visiones de los místicos «son de ellos». Pero estos se encuentran, de algún modo, incorporados en la visión y, aunque su persona se disuelva en Dios, «sienten» que Dios la recoge y la preserva en una unidad de dos o de tres. Esto lo intuye el místico cristiano. Y también lo sabe el que va por el camino de la droga, el que deberá dejarla y
el que ya no puede.
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Estas reflexiones tienen por objeto destacar un hecho de suma importancia: el uso indiscriminado de drogas en nuestro tiempo tiene una raíz mucho más profunda y desesperada. La civilización mecanicista, racionalista, la era de la supertécnica, que amenaza aplastar y destruir al hombre de carne y hueso y que deja totalmente al margen de su proceso ascendente a las generaciones más jóvenes, ha llevado a las juventudes, especialmente, a buscar refugio en un mundo de fantasías y alucinaciones, donde puedan disolverse sus angustias y su sentimiento profundo de inutilidad y fracaso. Una civilización que pone toda su fe en las máquinas, en el progreso material y que ha hecho un dios, sin nombrarlo, de la técnica racionalista no satisface el hambre y la sed de lo trascendente, que se ha recortado en el presente. Es de este modo como podemos ver que en aquellos países donde el progreso y el estándar ha alcanzado un mayor grado, llegando a nivelar la vida y a organizarla disciplinadamente, es también donde existe un mayor número de suicidios y un muy alto nivel de alcoholismo; el alcohol es también una droga, un escapismo.
En el mundo moderno no existe totalidad; es un mundo recordado, unilateral. El profesor C. G. Jung me decía: «Yo no sé si Dios existe fuera del hombre; pero por mi experiencia de muchos años con pacientes, sé que Dios es una necesidad del hombre, una función de la psiquis humana. Si cortamos del hombre eso que llamamos Dios, esa experiencia trascendente, el hombre está incompleto; la pirámide no tiene cúspide».
Sí, nuestra sociedad es una pirámide sin cúspide. Yo creo que el fenómeno gravísimo del uso masivo de la droga, en un mundo de masas y de aumento progresivo de sus poblaciones, no puede ser combatido únicamente con legislaciones represivas o prohibitivas, al igual que la revolución universitaria, la guerrilla urbana y agraria no pueden combatirse efectivamente con medios únicamente policiales. Todos estos son fenómenos concomitantes, simultáneos y que tienen su origen y su raíz profunda en la falta de espíritu de una civilización mecanicista y hedonista, que no puede entusiasmar a la juventud, comprometer su pureza e idealismo, ni incorporarla, por lo tanto, en la creación de un mundo que ella aborrece, precisamente por su falta de idealismo y de eso que llamamos Dios.
Señor presidente, señores delegados, es mi parecer que en cualquier legislación o protocolo sobre regulación o prohibición del uso de psicotrópicos deberá tenerse en cuenta este factor psíquico, moral, social, espiritual y, de algún modo, no sé cómo, incorporarlo, aunque solo sea en el espíritu de las resoluciones.
La situación chilena
Naciones Unidas, por intermedio de su Consejo Económico y Social, se ha preocupado intensamente del clamor justificado de las naciones por encontrar algún sistema que pueda controlar el abuso y el tráfico ilícito de las sustancia psicotrópicas.
Sin dejar de desconocer en toda su amplitud la gravedad del problema, preciso es reconocer también que una fiscalización internacional demasiado severa en toda la gama de los psicotrópicos tal vez llegue a un entrabamiento del ejercicio médico en la mayoría de los países.
Ante tal posible eventualidad, cumplo con dar a conocer la situación de mi país, Chile, que fue, tal vez, de los primeros en adoptar medidas (1963).
El consumo de psicotrópicos en Chile, como en la mayoría de los países, tiene un aumento, pudiéramos decir, muy elevado: 30% (1967-1968), 43% (1968-1969) y 62% (1969-1970), cifras que toman en consideración solo los estimulantes del sistema nervioso central del tipo de las anfetaminas, los
depresores del mismo sistema como los hipnótico-barbitúricos y de los tranquilizantes, únicamente el meprobamato. Como a comienzos de 1970 fue modificado el reglamento de 1963 en el sentido de hacerlo más estricto, pero siempre para las mismas sustancias señaladas, no podemos dar las cifras del año último; sin embargo, prevemos un descenso del 62% que hablamos.
¿En qué consisten las medidas aplicadas en Chile?
1.ª El Código Sanitario de 19 de diciembre de 1969 obligó a dictar un reglamento especial sobre fabricación, importación, tránsito, transferencia, posesión, tenencia o consumo de narcóticos, estupefacientes, alucinógenos y sustancias de efectos análogos.
2.ª Nuestro antiguo Código Penal fue reformado mediante Ley N.° 17.155 de 1969 aplicando penas muy severas a los infractores de estos delitos contra la salud pública.
3.ª En virtud de estas dos leyes, el 2 de enero de 1970 se dictó el reglamento especial que controla los actos ya señalados de las referidas sustancias. Es así como la importación o compra en el extranjero de las materias primas, la internación de ellas por nuestras aduanas, la elaboración de una forma farmacéutica, la distribución del laboratorio a las farmacias y el expendio al público se encuentran controlados por el Servicio Nacional de Salud y cualquiera de estas operaciones sin sujeción a la norma reglamentaria es penada y castigada severamente.